Analizada desde la actualidad, parecería ridícula la época en que los nadadores se rasuraban completamente, y hasta se untaban crema para bebés con el objetivo de disminuir la resistencia de sus cuerpos en el agua.
Sin dudas, la historia de la natación ha cambiado. Y como en otras disciplinas deportivas, la evolución pasó imprescindiblemente por su vínculo con las nuevas tecnologías, que cargan cada vez más con la responsabilidad de establecer récords y asegurar victorias.
Como punto de partida de esta irrupción tecnológica pudieran tomarse los pasados Juegos Olímpicos de Atenas, cuando la compañía Speedo, líder mundial en indumentaria para deportes acuáticos, «lanzó» al mercado el traje FastSkin FS II, que pretendía imitar en su diseño —tomando como referencia estudios biológicos y mecánicos— la estructura de la piel de los tiburones.
El éxito logrado fue una motivación para los investigadores de la empresa, que en marzo del pasado año introdujo el FastSkin FS PRO, un modelo mejorado a partir de la nueva joya salida de sus laboratorios: el tejido LZR Pulse.
Aquel descubrimiento aportaba ligereza, repelencia al agua, rápido secado y una mayor compresión, algo que fue muy bien aprovechado por los atletas para quebrar la impresionante cifra de 21 récords mundiales en apenas un año.
Pero pocos imaginaron lo que vendría después, hasta que a mediados del pasado febrero, durante una conferencia de prensa con motivo de su aniversario 80, Speedo utilizó al multilaureado nadador estadounidense Michael Phelps como plataforma para la presentación del FastSkin LZR Race, que en menos de un mes ha sido protagonista de nada menos que ¡19 nuevas plusmarcas universales!
Prenda prodigiosa
Durante casi dos años, Michael Phelps y su preparador Bob Bowman cooperaron con Speedo para desarrollar el nuevo traje. Los investigadores de AQUALAB, el departamento de investigación y desarrollo para competencias de la prestigiosa empresa, establecieron características estándares a través del estudio del cuerpo de cerca de 400 nadadores de élite, y con el uso del software CFD —un sofisticado modelo computacional para el análisis del flujo de fluidos— identificaron las áreas de mayor fricción con el agua en la anatomía de los nadadores en movimiento.
Esa información fue utilizada por los diseñadores para colocar el innovador tejido, desarrollado con ayuda de expertos de la Agencia Aeroespacial estadounidense (NASA) y de otras instituciones, en los puntos señalados para conseguir un traje con un diez por ciento menos de resistencia al agua que el FastSkin FS II, y un cinco por ciento menos con respecto a su predecesor, según las consideraciones del fabricante.
Los especialistas opinan que, por cubrir en gran medida los músculos del torso y el abdomen —donde ubican el punto de flotación—, las nuevas fibras ayudan a los nadadores a mantener la mejor postura dentro del agua, y conservar durante el nado una posición hidrodinámica para el cuerpo.
El nuevo bañador, cuyas partes están unidas por métodos de ultrasonido para eliminar las costuras, aporta además una mayor compresión al cuerpo que reduce ostensiblemente la oscilación de los músculos y la vibración de la piel en el agua.
Con tales prestaciones, los halagos y consideraciones no se hicieron esperar. «Sabemos los beneficios de las nuevas tecnologías, y esos son los que se necesitan a veces en unos Juegos Olímpicos, donde el margen de victoria es muy pequeño», aseguró el entrenador Bowman.
Mientras, su pupilo no escatimaba elogios para describirlo: «Es como un traje espacial. Con él en el agua, me siento como un cohete disparado desde el bloque de arrancada».
Y era de esperar, pues se dice que Phelps recibirá de Speedo un bono de un millón de dólares, si logra en Beijing superar los siete títulos conquistados por su compatriota Mark Spitz en los Juegos Olímpicos de Munich 1972.
Récords como cristales
Apenas días después de su aparición, el LZR Race comenzó a hacer estragos. El 16 de febrero la marca de los 200 metros estilo espalda fue fulminada por la zimbabwense Kirsty Coventry, y un día después el australiano Eamon Sullivan y la estadounidense Natalie Coughling destrozaron las cotas mundiales de los 50 metros libre y 100 metros espalda.
Pero la verdadera «hemorragia» de récords llegó durante el Campeonato de Europa celebrado hace pocos días en la ciudad holandesa de Eindhoven, donde cayeron seis marcas del planeta y 11 continentales. Solo la italiana Federica Pellegrini inscribió su nombre en los libros vistiendo un bañador de la firma Arena.
En la tierra de los tulipanes «el vedette» fue el francés Alain Bernard, quien se adueñó de los récords mundiales de 50 y 100 metros libres —el segundo lo mejoró en dos ocasiones—, convirtiéndose, junto al legendario estadounidense Matt Biondi y el ruso Alexander Popov, en los únicos que han logrado poseerlos al mismo tiempo.
Mas la avalancha se trasladó luego hacia Sydney, sede del campeonato nacional australiano, clasificatorio para la cita estival china.
Enfundados en el LZR Racer, Libby Tricket rebajó las plusmarcas femeninas de los 50 y 100 metros libres, y Sullivan dejó apenas en cuatro días el reinado de Bernard la primera de esas modalidades, con un registro que rompió 24 horas después.
Antes, su novia, la jovencita Stephanie Rice mejoraba en ¡seis segundos! el mejor tiempo de los 400 metros combinados, antes de borrar el récord de los 200 metros impuesto por la china Wu Yan Yan en 1997, el segundo entre los que gozaban de mayor vigencia.
Con tan impresionante paso, nadie duda que en Beijing se superen las 37 plusmarcas (14 mundiales y 23 olímpicas) impuestas en Sydney hace ocho años, y mientras tanto, la polémica en torno al nuevo traje se expande entre atletas, especialistas y autoridades de la natación alrededor del mundo.
Epidermis ¿uniforme?
Aunque el LZR Race fue aprobado por la Federación Internacional (FINA), sus autoridades comenzaron a tomar en cuenta los diferentes criterios en cuanto a su utilización, y ya se habla de futuras conversaciones sobre el tema con el fabricante.
«Existen cuestiones sobre flotabilidad, y aunque no existe un test científico que pruebe mejoras en el rendimiento, eso tendremos que revisarlo», expresó recientemente el rumano Cornelo Marculescu, director ejecutivo de la FINA.
El directivo reconoció también que el costo —más de 500 dólares por traje— hace complicada su adquisición, y mostró su incertidumbre sobre la posibilidad de que todos compitan en Beijing en igualdad de condiciones.
En igual sentido se expresaron Claude Fauquet, director técnico de la Federación francesa, y el suizo Stephan Widmer, considerado el mejor entrenador en Australia. Aunque parezca paradójico, pues sus pupilos han sido aparentemente beneficiados por el bañador de Speedo, el federativo francés llamó a la FINA a generar un debate real y analizar el asunto en un comité de ética, en tanto Widmer advirtió al organismo sobre la necesidad de reglamentar la evolución de los futuros trajes.
La preocupación mayor gira en torno a la posible división de nadadores en «castas», en los que pueden o no acceder a la indumentaria de alta tecnología. Todo esto sin contar el tema del patrocinio, que a veces obliga a los nadadores a utilizar el bañador diseñado por la marca que mantiene contrato comercial con su respectiva federación.
«No estoy en contra de que los avances tecnológicos jueguen su papel en la natación, pero creo que terminarán dañándola», fue la reflexión dada a la prensa por el australiano Kieren Perkins, monarca olímpico en Barcelona y Atlanta.
«La natación siempre ha sido un deporte bastante puro en el sentido de que todos compiten en igualdad de condiciones. Pero cuando algunas personas poseen una superioridad tecnológica gracias al equipamiento, ello va, en cierto sentido, contra lo que hace maravilloso nuestro deporte. Y no es solo acerca de los Juegos Olímpicos. Tiene que ver con la participación de niños en competiciones escolares de natación, a las que algunos llegarán con los trajes de tecnología avanzada y otros no», sentenció Perkins.
Con la final aprobación, entre FINA y Speedo durante el Campeonato Mundial en piscina corta en Manchester, nadie se aventura a predecir hasta dónde puede llegar la influencia de las nuevas tecnologías de los bañadores en el rendimiento de los nadadores.
Lo único seguro es que, tanto fabricantes como investigadores, continuarán echando mano a la ciencia para arrancar segundos a los récords. Y como una pista, están las palabras del doctor Herve Morvan, especialista de la Universidad de Nottingham y vinculado a Speedo en el desarrollo del LZR Race: «Estamos enfocados en la resistencia activa relacionada con el movimiento de los atletas, y su interacción con las superficies libres. Esto pudiera marcar el rumbo en el diseño de los trajes, y hacia donde nos moveremos en los próximos Juegos Olímpicos».